CATALOGO DE RECURSOS HUMANOS E INFORMACION RELACIONADA CON LA TEMATICA AMBIENTAL EN LA REGION ANDINA ARGENTINA |
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- CARACTERIZACION GENERAL Y ESTUDIOS TEMATICOS POR PROVINCIA - | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
INDICE
HIDROGEOLOGIA DE LA PROVINCIA DE SAN JUAN
Dr. Juvenal Zambrano1 e Ing. Eduardo Torres2
GENERALIDADES Al estar el territorio sanjuanino comprendido en la zona montañosa influida por el tectonismo andino, la mayor parte de los acuíferos se encuentra en valles, formando cuencas de agua subterránea. Estas cuencas se hallan separadas por cadenas montañosas integradas casi totalmente por rocas consolidadas, impermeables o de permeabilidad muy baja, a las que se denomina "basamento" de la cuenca. En el presente mapa hidrogeológico, por lo tanto, se han agrupado las distintas unidades roca aflorantes en la provincia de acuerdo con sus características hidrogeológicas, a la vez que se han delimitado las cuencas donde se encuentra la casi totalidad del agua subterránea utilizable. Se describen a continuación los rasgos hidrogeológicos más relevantes de cada unidad.
A- UNIDADES HIDROGEOLOGICAS A-1 PRECUATERNARIAS Y DEL PLEISTOCENO ANTIGUO 1. Basamento resistivo (BR). Se han incluido aquí las unidades roca de cualquier origen, que tienen en común estar fuertemente consolidadas y, por ende, con sus espacios porales obturados por cementación, compactación o recristalización, o, como en el caso de muchas rocas ígneas, por carecer de porosidad primaria. Por lo tanto, su permeabilidad, a los fines hidrogeológicos, puede considerarse nula o muy baja. Localmente y cerca de la superficie, estas rocas pueden estar fracturadas por fallamiento o formación de diaclasas. También, en el caso de las calizas cambro-ordovícicas, es común observar cavidades formadas por disolución que, localmente, pueden contener acumulaciones de agua subterránea utilizable. Estas rocas, por sus características mencionadas, presentan resistividades muy altas en los sondeos geoeléctricos. Por eso se denomina Basamento resistivo a esta unidad. En ella se han incluido: -Las metamorfitas y rocas ígneas del basamento de las Sierras Pampeanas. -Las calizas cambro-ordovícicas de la Precordillera. -Las rocas clásticas, a veces con metamorfismo leve, de la Precordillera, y de las Cordilleras Frontal y Principal. -Las rocas intrusivas del Paleozoico tardío y Triásico. -Las rocas volcánicas, piroclásticas y sedimentarias permotriásicas. -Las rocas sedimentarias y piroclásticas mesozoicas de las Sierras Pampeanas, Precordillera y Cordilleras Frontal y Principal. -Las rocas volcánicas del Terciario, aflorantes en la Precordillera, y Cordilleras Frontal y Principal, con excepción de los basaltos del Terciario Superior que, en parte, pueden incluir rocas pleistocenas (unidad TQV) por las razones expuestas al considerar dicha unidad, que aflora extensamente en la Puna y que llega hasta el extremo norte de la provincia de San Juan. 2. Basamento conductivo (Unidad TS). Esta unidad comprende los sedimentos y sedimentitas terciarios, depositados durante el Mioceno y, localmente, tal vez su parte superior durante el Plioceno. Se trata de rocas clásticas generalmente de texturas finas, areniscas, limolitas y arcilitas, en parte con material piroclástico, que se extienden, en su mayor parte, en los bordes de las cuencas de agua subterránea. Algunos afloramientos aislados se encuentran en la zona montañosa, generalmente en zonas próximas a las bajadas pedemontanas. Estos depósitos conservan gran parte de su porosidad intergranular y, en el caso de las arenas y areniscas, y de los pocos conglomerados intercalados en ellos, contienen intervalos permeables. En éstos se encuentran acuíferos generalmente pobres y con agua mineralizada, no aprovechable. Por esta razón, en los sondeos geoeléctricos presentan resistividades muy bajas, generalmente inferiores a los 20 ohm.metro y, en algunos casos, estos valores no llegan a los 10 ohm.metro. Esto se verifica, además, en aquellos pozos que han alcanzado a perforar esta unidad en el subsuelo: allí el techo de la misma aparece nítidamente, en fuerte contraste con la cubierta cuaternaria, mucho más resistiva.
3. Sedimentitas terciarias del valle de Iglesia (Unidad TSI). Presentan características litológicas y petrofísicas similares a las de la unidad anterior, si bien son más ricas en materiales piroclásticos que ésta. Se ha diferenciado esta unidad en la TS porque contiene acuíferos pobres de baja mineralización, de los que provienen las aguas termales de Pismanta y zonas aledañas. Es probable que esta unidad TSI se encuentre también en el subsuelo del valle de Calingasta, como parecen indicarlo resistividades más altas que las comunes en TSI registradas en el subsuelo de dicho valle por debajo del relleno cuaternario.
4. Basaltos miocenos a cuaternarios de la Puna (Unidad TQB). Unidad integrada por coladas basálticas del Terciario Superior, localmente y en parte, del Cuaternario, que cubren extensas áreas de la Puna y que, por el sur, llegan hasta el extremo norte de San Juan. Estas rocas, por su litología, no son permeables, pero en muchos lugares yacen sobre sedimentitas terciarias que pueden contener acuíferos. Por esta razón se las ha diferenciado en el mapa hidrogeológico, máxime teniendo en cuenta que la zona donde se encuentran tiene potencial interés minero.
5. Conglomerados y areniscas pliopleistocenos (Unidad TQ). Consisten en depósitos de variada permeabilidad primaria que se extienden en diversas localidades de las Sierras Pampeanas, Precordillera y en los valles de Calingasta e Iglesia. Si bien sus resistividades en general son más bajas que las registradas en los depósitos cuaternarios, algunas perforaciones han demostrado que estas sedimentitas pueden contener acuíferos utilizables, cuando se encuentran en facies conglomerádicas o arenosas en el subsuelo. Se las interpreta como depósitos pedemontanos, pero en parte acumulados por cursos de agua permanentes. Por lo tanto, cabe esperar en ellos una distribución irregular de permeabilidad y, por ende, de condiciones de confinamiento o semiconfinamiento de los acuíferos.
A - 2 CUATERNARIAS La división y clasificación de los depósitos cuaternarios en la región ofrece algunas dificultades, debido a las condiciones en que dichos terrenos se acumularon. Al tratarse, fuera de la Cordillera, de una región ubicada en la diagonal árida sudamericana, en la depositación del relleno sedimentario cuaternario se registra una interacción de ríos permanentes, ríos efímeros, procesos de deslizamiento de faldeo, de remoción en masa, todos ellos afectados por la acción eólica. Por lo tanto, casi todas las unidades cuaternarias fuera de las de la alta cordillera tienen una proporción variable de sedimentos transportados por el viento, no representables a la escala del mapa. Un caso especial es el pie de monte de la parte suroccidental de la sierra Pie de Palo, en gran parte cubierto por acumulaciones discontinuas de áreas eólicas. Tampoco es discernible a la escala del mapa la distribución de depósitos de origen glacial retransportados, salvo los indicados en la Unidad QFG. En gran parte del pie de monte de la Cordillera Frontal existe una participación de materiales glaciarios retrabajados, algunos de ellos por cursos de agua permanentes, pero faltan investigaciones como para representarlos en el mapa. Unidad de limos. Consiste en limos y arcillas limosas, en gran parte salinos. La mayor parte de dichos depósitos se encuentran en barreales en el interior de depresiones cerradas. Sin embargo, también encontramos limos salinos en valles extensos como los de Tulum, Bermejo y Valle Fértil-Mascasín. Solamente se han representado los afloramientos más extensos de esta unidad, por faltar información de detalle como para indicar con precisión razonable otras acumulaciones limosas. Estos limos son conductivos, sea por su contenido salino o por el de materiales arcillosos con capacidad de intercambio iónico. No son acuíferos, si bien en el subsuelo suelen contener intercalaciones arenosas con permeabilidad suficente como para transmitir agua, que en muchos casos es inutilizable por su mineralización. Depósitos glaciales (Unidad QG). Restringidos el área cordillerana, están constituidos por materia les de variada granometría, con distribución irregular de permeabilidades. Al disminuir la altitud, muchos de estos depósitos pasan a materiales fluvioglaciales, retrabajados por los ríos permanentes alimentados por el derretimiento de la nieve y del hielo existentes en la alta cordillera. Estos materiales, por lo tanto, sirven de vías de transmisión de agua. Depósitos fluvioglaciales (Unidad QFG). Se encuentran en varias localidades cordilleranas, a ambos lados del límite internacional. Consisten principalmente en gravas y arenas de origen glacial retrabajadas por ríos cordilleranos que transportan a zonas pedemontanas los materiales más finos. De esta manera, se generan acumulaciones de materiales de alta permeabilidad. Por lo tanto, estos materiales sirven de vías de transmisión de agua, pero, donde su espesor es mayor, pueden almacenar acuíferos permanentes y de baja mineralización, debido a su origen nival. Esta posibilidad puede darse en el extremo noroccidental de la provincia, zona cuyas características hidrogeológicas deberían investigarse en el caso de que allí se produjeran descubrimientos de minerales económicamente explotables. En aquellos lugares donde las rampas de erosión donde estos depósitos pedemontanos se asientan están en posición topográfica elevada, los mismos no contienen acuíferos, pero, por su buena permeabilidad, son aptos para conducir agua a las cuencas de agua subterránea que limitan con sus zonas distales. Tampoco suelen ser acuíferos cuando su espesor es reducido. Sin embargo, en aquellos lugares donde el espesor es suficiente, y la base impermeable se encuentra por debajo del nivel de agua subterránea, contienen acuíferos de muy buena calidad. Este es también el caso de abanicos aluviales extensos desarrollados en las bajadas. Campos de arenas eólicas (Incluido en Unidad QS). Se han indicado en el mapa aquellos campos de dunas de origen eólico más continuos y extensos, como los Médanos Grandes situados al sur de la sierra Pie de Palo. En general, estos depósitos son arenosos, salvo los materiales finos acumulados en las depresiones interdunarias. El espesor de estos mantos arenosos no pasa, en general, de algunas decenas de metros, puesto que se han formado, preferentemente, sobre zonas del basamento resistivo o conductivo tectónicamente elevadas. Inclusive en los Médanos Grandes se encuentran aislados afloramientos de depósitos terciarios. No obstante tales circunstancias desfavorables, estos médanos suelen ser acuíferos, generalmente pobres, y en algunas localidades, donde el espesor de la arena es reducido sobre la base conductiva, el agua que contienen está mineralizada. No obstante, las acumulaciones más importantes deberían ser objeto de investigaciones de subsuelo para evaluar mejor su potencial acuífero. Bajada pedemontana de la sierra Pie de Palo (Incluida en Unidad QS). Compuesta por gravas y arenas, en su mayor parte acarreadas por ríos efímeros, integradas por clastos de rocas del basamento pampeano. Se dijo anteriormente que en parte de esta bajada existe una cubierta discontinua de arenas eólicas. Esta unidad tiene buena permeabilidad, pero no es acuífera por su posición topográfica elevada, si bien sirve de vía de conducción del agua caída sobre la sierra. Depósitos de bajadas pedemontanas (Incluida en Unidad QS). Integrada por gravas y arenas acumuladas en glacis, conos glacis, abanicos aluviales y terrazas. En parte y localmente, presentan cubiertas de áreas eólicas discontinuas. Se han incluido también en esta unidad remanentes erosionados de estos depósitos, siempre que se encuentren sobre rampas de erosión en bajadas pedemontanas. Arenas y limos fluvio-eólicos (Incluida en Unidad QS). En las extensas llanuras situadas al sur de los valles de Tulum y del Bermejo se han acumulado depósitos fluviales con una participación eólica suficiente como para poder representar esta unidad a la escala del mapa. Se encuentran aquí materiales depositados por los antiguos cauces del río Mendoza y de los ríos Bermejo y San Juan en zonas distales y, por lo tanto, de bajas pendientes. Se encuentran en parte cubiertos o intercalados por arenas eólicas, pero que no forman capas continuas. También se encuentran depósitos limos de llanuras de inundación. Este conjunto tiene, en general baja permeabilidad, pero limpios y por lo tanto permeables, acumulados con cuerpos arenosos por dunas o por antiguos cauces fluviales. En estas arenas se forman acuíferos, en parte mineralizados, si se encuentran por debajo del nivel freático. Localmente, sin embargo, pueden hallar se acuíferos utilizables. Depósitos de los abanicos aluviales del río San Juan (Incluida en Unidad QS). El río San Juan forma dos abanicos aluviales: uno, de menor extensión (unos 180 km2) formado en el valle de Ullum-Zonda y el más extenso (unos 1000 km2) en el valle de Tulum. Los depósitos del primero, principalmente gravas de variada granometría y, en menor proporción, arenas, no han sido perforados en la totalidad de su espesor, pero, por datos geoeléctricos, pueden alcanzar valores superior a los 1000 metros. Son materiales muy permeables, si bien en su parte distal, acumulada contra las sierras de la Precordillera Oriental (Chica de Zona y Marquezado) se encuentran capas muy bien estratificadas de limos y arenas finas alrededor del perímetro del abanico. Estos limos de abanico distal (mal llamados "lacustres") en parte están cubiertos por el lago de la presa de Ullum. En el resto del abanico se encuentran muy buenos acuíferos, tanto en rendimiento como en mineralización, investigados con numerosas perforaciones. El segundo abanico del río San Juan, en el valle de Tulum, presenta mejor diferenciadas sus partes proximal y distal. En la primera predominan las arenas y gravillas, que localmente pasan a gravas. Son depósitos de antiguos cauces y tienen muy buenas permeabilidades. Existen también intercalaciones limosas o limoarcillosas depositadas fuera de los cauces, que dan origen a condiciones de confinamiento en los acuíferos de la parte media del abanico. En la parte distal predominan limos y arenas finas, estas últimas generalmente permeables. Hacia el sur, estos depósitos gradan a los de la llanura fluvial, en parte fluvioeólica, que ocupa la mayor parte del valle de Tulum. Este abanico contiene importantes acuíferos, que, en algunos casos se encuentran a profundidades de varios centenares de metros y que se utilizan para irrigar gran parte del valle de Tulum. Arenas y gravas de subálveos de ríos permanentes actuales (Incluida en Unidad QS). Se han incluido en esta unidad los depósitos acumulados en los cauces de los ríos permanentes más importantes de la región. Como es de esperar, las texturas de estos sedimentos son más finas en las partes más distales de los grandes valles de las Sierras Pampeanas. Por haber sido depositados por cursos de agua permanentes, estos sedimentos en general son permeables y, donde su extensión y espesores son suficientes, son portadores de acuíferos. Depósitos de llanuras fluviales, aluviales y valles extensos (Incluida en Unidad QS). Se incluyen aquí los sedimentos cuaternarios que ocupan la mayor parte de los extensos valles y semibolsones intermontanos situados en las Sierras Pampeanas o entre éstas y la Precordillera Oriental, con excepción de los acumulados en campos de arena y en salinas. En general predominan aquí las arenas y limos, pero las gravillas y gravas tienen cierta importancia en las partes proximales a estas llanuras y semibolsones. Como en las mismas se encuentra un sistema fluvial con ríos permanentes o que han sido permanentes, los depósitos de cauces están integrados por materiales de buena permeabilidad. Hacia las zonas distales, sin embargo, tiende a aumentar la pro porción de limos y arcillas limosas acumulados en llanuras de inundación, meandros abandonados, abanicos de explayamiento, etc. Estos depósitos, debido a la aridez climática, frecuentemente son salinos y donde esto ocurre los sondeos geoeléctricos muestran resistividades bajas. Por lo tanto, donde se encuentra esta unidad hidrogeológica alternan capas permeables con otras de permeabilidades muy bajas o impermeables, y, en consecuencia, se observan acuíferos semiconfinados o confinados. La calidad del agua es muy variable, y así se han detectado acuíferos de baja mineralización, generalmente en las zonas proximales, mientras que en las distales predominan acuíferos mineralizados. Depósitos de bolsones aislados y depresiones de origen neotectónico (Incluida en Unidad QS). Consisten en gravas de variada granometría, arenas, y, raramente sedimentos de texturas más finas en las partes centrales de algunas de estas depresiones. Han sido depositados por crecientes y otras corrientes efímeras, crecientes, derrumbes de faldeo y procesos de remoción en masa. La mayor parte de los depósitos que integran esta unidad se han acumulado en bolsones alargados y angostos de varias decenas de kilómetros de largo por pocos kilómetros de ancho, formados paralelamente a las fallas principales de la Precordillera y Cordillera Frontal. La mayor parte de estas fallas ha tenido una actividad muy importante durante el Pleistoceno y Holoceno, razón por la cual este tipo de depresiones tiene origen neotectónico. Un segundo tipo de estos depósitos se ha acumulado en bolsones de formas elíptica o casi circular, de dimensiones mucho menores que los precedentes (diámetros generalmente menores a los 10 km) mayormente ubicados en las Sierras Pampeanas y partes de la Precordillera. La distribución de zonas permeables en estos depósitos es muy irregular. Generalmente las gravas y arenas tienen sus espacios porales rellenos con sedimentos de texturas finas. Por lo tanto, no contienen acuíferos, o estos son muy pobres, con agua generalmente mineralizada, por tratarse de acumulaciones en cuencas cerradas, de reducida extensión y en climas áridos, con fuerte evaporación. 12. Depósitos de cubiertas aluviales acumulados sobre superficies peneplanizadas elevadas tectónicamente (Incluida en Unidad QS). Esta unidad consiste en depósitos conglomerádicos acumulados sobre superficies peneplanizadas, que posteriormente fueron elevadas tectónica mente, como los que se encuentran en la parte encumbrada de la sierra de la Punilla, entre los 29° 15' y los 29° 50' de latitud sur, así como los que cubren parte de los Llanos de San Guillermo, al oeste del río Blanco. Depósitos similares, de menor extensión, se encuentran en la parte alta de la sierra Pie de Palo, pero, por su reducida extensión, no se han ubicado en el mapa. Estos materiales son permeables o muy permeables, y algunos muestran indicaciones, como escasez de matriz, imbricación y redondeamiento de clastos, etc., que sugieren su acumulación en gran parte bajo corrientes permanentes. No contienen acuíferos por su posición topográfica elevada, pero sirven de vías de transmisión de agua.
B- CUENCAS DE AGUA SUBTERRÁNEA Con la excepción del valle de Iglesia, y probablemente, y en parte, del de Calingasta, las cuencas de agua subterránea de la provincia se han formado donde existen acumulaciones extensas de sedimentos cuaternarios con intervalos permeables. Se describen a continuación los principales rasgos de las cuencas de agua subterránea reconocidas en el territorio provincial y zonas aledañas.
Cuencas ubicadas en los valles intermontanos de las Sierras Pampeanas 1. Valle Fértil-Mascasín Limita por el oeste con la sierra Valle Fértil, y por el este su límite, menos definido, está determinado por los afloramientos de sedimentitas terciarias ubicados al sur de la sierra de Velasco y por una falla (Falla del Límite) determinada principalmente por métodos geofísicos que, con rumbo norte-sur, se ubica aproximadamente en el límite entre las provincias de San Juan y La Rioja. Tiene, aproximadamente, 11.000 km2 de extensión, parte de ellos en territorio riojano, y, hacia el sur, se extiende hasta los 32° 25' de latitud en la provincia de San Luis; dentro de San Juan esta cuenca abarca unos 5.000 km2. La mayor parte de su superficie está cubierta por depósitos fluviales, fluvio-eólicos y algunas arenas de médanos. Constituye una fosa tectónica, cuyo relleno cuaternario tiene espesores generalmente entre 150 y 200 metros, de los cuales pueden estimarse unos 40 m saturados de promedio. La mineralización del agua subterránea tiende a aumentar de oeste a este y de norte a sur, si bien faltan suficientes datos, como para comprobar esto en la parte sur de la cuenca.
2. Valle del Bermejo Las condiciones estructurales permiten diferenciar aquí dos subcuencas de agua subterránea: Bermejo Norte, cuya extensión es de unos 6000 km2 y Bermejo Sur, con unos 4800 km2. Ambas subcuencas están separa das por una zona de fallamiento este-oeste, que es la prolongación oriental de la falla que por el norte limita a la sierra Pie de Palo. Dicha zona de falla, cuyo bloque elevado se encuentra al sur, eleva el basamento a poca profundidad, de manera que en el límite entre ambas subcuencas se forma una zona de descarga de agua subterránea.
2-1 Subcuenca Bermejo Norte. Limitada al este por la zona de falla que la separa de la sierra Valle Fértil, al oeste por las sierras de Precordillera Oriental, al norte por la sierra de Maz y al sur por la Pie de Palo, donde el límite está determinado por la zona de falla arriba mencionada. Gran parte de sus límites presentan bajadas pedemontanas de 5 a 10 km de ancho. Los depósitos cuaternarios aflorantes en la llanura fluvial consisten mayormente en arenas, limos y limos arcillosos, en parte salinos. Estos últimos se han formado en llanuras de inundación, meandros abandonados y lagunas temporarias. En las zonas próximas a las bajadas pedemontanas, estos depósitos presentan intercalaciones de gravillas y gravas, generalmente arenosas. Mediante datos geoeléctricos y de algunas aisladas perforaciones, se estima que el relleno cuaternario alcanza espesores que varían entre 80 y casi 1000 metros. En la parte norte de la cuenca el acuífero es libre; en el resto de la misma se encuentran acuíferos confinados. La mineralización del agua aumenta de norte a sur, a la vez que los rendimientos disminuyen en esta dirección, en parte debido a que la granometría y la permeabilidad de los acuíferos disminuyen en esta dirección. En esta extensión el espesor saturado es no menos que 150 m. El coeficiente de almacenamiento, teniendo en cuenta las intercalaciones limoarcillosas en el relleno cuaternario, se ha estimado en 0,05 pero puede ser mayor. Por ello, se ha estimado que solamente unos 1.000 km2 de esta cuenca tiene agua subterránea utilizable.
2-2 Subcuenca Bermejo Sur. Limita al este con las sierras de Valle Fértil, de la Huerta, y Guauaguás. Por el oeste, con la sierra de Pie de Palo y el Alto Estructural de los Médanos Grandes, mientras que por el sur el río San Juan puede tomarse como separación entre esta subcuenca y la llanura oriental mendocina. Los depósitos cuaternarios aflorantes aquí son de similares texturas y composición a los de la subcuenca Bermejo Norte, si bien en la Bermejo Sur hay mayores extensiones cubiertas por arenas eólicas, en especial las que cubren el alto estructural de los Médanos Grandes, que separan a esta cuenca de la del valle de Tulum. La cubierta cuaternaria tiene espesores de pocas decenas de metros en el extremo norte de la cuenca, y por esta causa allí se han formado zonas de descarga de agua subterránea. El espesor aumenta hacia el sur, donde, sobre la base de datos geoeléctricos, se ha estimado una potencia de unos 700 metros. Parte del agua contenida en esta cuenca deriva de precipitaciones caídas sobre las sierras que la limitan por el este y el oeste. El movimiento de agua subterránea es de norte a sur. En la parte suboriental de los Médanos Grandes se forma una zona de descarga, que indica que allí el basamento hidrogeológico se encuentra a poca profundidad. De esta subcuenca se dispone de pocos datos de subsuelo, razón por la cual no es posible actualmente evaluar sus posibilidades de explotación de los acuíferos que contiene. Por estar mineralizada el agua hallada en gran parte de esta subcuenca, se ha estimado en 500 km2 la extensión de la misma con agua utilizable. Se puede estimar en esta zona un espesor saturado medio de 250 m, con un coeficiente de almacenamiento de 0,05 por las razones indicadas para la cuenca de Bermejo Norte.
3. Valle de Tulum Este valle intermontano se encuentra entre la sierra Pie de Palo y las sierras Villicum, Chica de Zonda y restantes de la Precordillera Oriental. Por el norte, este valle está separado de la cuenca del Bermejo por la elevación estructural conocida como Alto de Mogna, en la que afloran terrenos terciarios. Hacia el sureste, lo separa de la subcuenca del Bermejo Sur el alto estructural de los Médanos Grandes, mientras que al sur las lagunas de Guanacache y el río San Juan separan en superficie a este valle de la llanura oriental mendocina, si bien no hay solución de continuidad en el relleno cuaternario del subsuelo. En la zona central del valle asoma el basamento resistivo en los cerrillos de Barboza, Valdivia y Salinas. Estas elevaciones están asocia das a un sistema de fallas (Sistema de fallas de Tulum) que divide el valle en dos subcuencas de agua subterránea: Tulum Superior, al Norte, y Tulum Inferior, al Sur.
3-1 Subcuenca Tulum Superior La subcuenca de agua subterránea tiene unos 1000 km2 de extensión. Los depósitos cuaternarios que la cubre en la mayor parte de su superficie son del abanico aluvial del río San Juan, consistentes predominantemente de gravas y gravillas en las vecindades de su parte apical, y de gravas, gravillas, arenas y limos en las parte media y distal. La mayor parte de la superficie de este abanico está cubierta por limos de origen eólico, generalmente de uno o dos metros de espesor, por debajo de la cual se encuentran los estratos propiamente fluviales, de granometría más gruesa: gravas, gravillas y arenas. Los cuerpos permeables tienden a ser mantiformes en la parte proximal y filiformes en las parte media y distal. Esto origina acuíferos libres en la primera, mientras que en la segunda prevalecen condiciones de confinamiento y semiconfinamiento. estas características sedimentarias permiten estimar un alto coeficiente de almacenamiento: 0,35. El espesor del relleno cuaternario varía entre unas decenas de metros en la zona proximal y en las vecindades de las fallas de Tulum, mientras que al este de la zona urbana de San Juan sobrepasa los 700 metros, pudiendo llegar a 1000 metros según algunas interpretaciones de datos geoeléctricos. Puede estimarse en no menos de 300 m el espesor medio de sedimentos saturados (ver tabla adjunta). Si bien el principal aporte de agua a la cuenca proviene del río San Juan, una parte apreciable llega de la sierra Chica de Zonda entre la Rinconada y el cerro Valdivia. La conductividad, y por ende, la mineralización del agua aumentan desde la zona apical hacia el sur y este. Hacia el noreste, inmediatamente al sur del Alto Mogna, los depósitos cuaternarios superficiales consisten en limos salinos (Salina el Jume al) y en el subsuelo parecen predominar sedimentos de texturas finas, circunstancia que afecta la permeabilidad y la calidad del agua subterránea.
3-2 Subcuenca Tulum Inferior De unos 2500 km2 de extensión, se encuentra al sureste de la zona de fallas de Tulum. Predominan aquí depósitos cuaternarios de llanura fluvial, muchos de ellos de texturas finas, por haber sido acumulados en meandros y cauces abandonados del río San Juan. También existe un apreciable aporte de arenas y limos eólicos, así como de depósitos lagunares, consistentes principalmente en arenas finas y limos. Hacia el oeste estos sedimentos cuaternarios se interdigitan con las grvas y arenas del pie de monte de la Precordillera Oriental, mientras que al noreste lo hacen con los depósitos pedemontanos, en parte con cubierta de arenas de médanos, de la sierra Pie de Palo. Hacia el este, gradan con las arenas eólicas de los Médanos Grandes. Los cuerpos permeables de esta subcuenca, por lo tanto, son depósitos de antiguos cauces del río San Juan y, en las partes marginales de la cuenca, gravas y arenas del pie de monte precordillerano o las arenas eólicas que cubren el alto estructural de los Médanos Grandes, o gravillas y arenas del pie de monte suroccidental de la sierra Pie de Palo. En general, las condiciones de confinamiento predominan en casi toda la cuenca. Las permeabilidades, así como la granometría, tienden a disminuir hacia el sur, lo mismo que aumenta la mineralización del agua. En cuanto al espesor del relleno cuaternario, tiene valores similares a los de la subcuenca Tulum superior, es decir, entre algunas decenas de metros y alrededor de 1000 metros en la parte media de la subcuenca. Por lo tanto, puede estimarse un espesor saturado no menor a los 400 m, en promedio, con un coeficiente de almacenamiento de 0,15.
4. Valle de Jáchal Su extensión es de alrededor de 300 km2, en parte cubiertos por una capa de uno a pocos metro de espesor, integradas por arenas finas y limos de origen lagunas, o de barreales formados en zonas distales de áreas pedemontanas. Por debajo se encuentran gravas, gravillas y arenas de origen pedemontano o fluvial. Según datos geoeléctricos, el relleno cuaternario puede subrepasar los 600 metros de espesor, de los cuales no menos de 400 estarían saturados, con un coeficiente de almacenamiento de 0,15, estimado por la granometría de los depósitos cuaternarios. Esta cuenca se encuentra rodeada por cordones montañosos precordilleranos, pero hacia el sureste, limita con la de Niquivil, de la que está separada por una zona de corrimiento, en parte cubierta por una capa delgada de sedimentos cuaternarios, si bien existe continuidad hidráulica entre ambas cuencas. El río Jáchal es la principal fuente de recarga de la cuenca, mientras que al norte se registra un aporte de la cuenca del río Huaco. Debido a la buena permeabilidad de los depósitos cuaternarios, al acuífero de esta cuenca es libre. La mineralización del agua aumenta de norte a sur.
5. Cuenca de Niquivil Su extensión se estima en 200 km2 y se encuentra rodeada en casi todo su perímetro por cordones precordilleranos. Solamente en su extremo noroccidental existe un trayecto cubierto por depósitos cuaternarios en la zona de la llanura del cauce del río Jáchal. Los depósitos cuaternarios provienen del pie de monte de los cordones precordilleranos que limitan a esta cuenca por el oeste. Los restantes sedimentos son de origen fluvial, depositados por el río Jáchal, principal aportador del agua subterránea que se encuentra en esta cuenca. Por lo tanto, la misma se encuentra en continuidad hidráulica con la del valle de Jáchal, motivo que ha llevado a algunos autores a considerar a ambas como una sola cuenca de agua subterránea. Los depósitos cuaternarios consisten en su mayor parte en gravas, gravillas y arenas: sólo en parte de su superficie se encuentran limos de origen pedemontano distal y eólico, que forman una cubierta de pocos metros de espesor. En el subsuelo se encuentran también algunas intercalaciones limoarcillosas discontinuas, puesto que en la mayor parte de esta cuenca se encuentran acuíferos libres: sólo en la parte sur hay acuíferos confinados. El espesor total de estos sedimentos, según geoeléctrica, puede llegar a los 600 metros. La recarga proviene en su mayor parte del río Jáchal, si bien hay aportes de los cordones precordilleranos que la rodean, parte de los cuales se descargan por el arroyo Agua Negra. Se puede estimar que el espesor medio saturado es no menor a 300 m. Por sus características sedimentarias, el coeficiente de almacenamiento de los depósitos cuaternarios se estima en 0,15.
6. Valle de Huaco Se trata de una pequeña depresión intermontana, limitada al oeste por las sierras de Yanso y Agua Hedionda, de la Precordillera Central, y al este, por la sierra de Huaco, de la Precordillera Oriental. Su extensión es de unos 80 km2. Al sur lo limitan lomadas de la sierra de Huaco, donde afloran conglomerados plio-pleistocenos y al norte una zona cubierta por depósitos pedemontanos cuaternarios separa este valle de la cuenca del río Bermejo. El relleno cuaternario consiste principalmente en gravas de variada granometría y arenas provenientes de la destrucción de los terrenos terciarios circundantes. El espesor varía entre 100 y casi 300 metros, estimados a partir de datos geoeléctricos. Por debajo deben encontrarse en casi toda la extensión de este valle los conglomerados plio-pleistocenos, cuyas resistividades, mayores que las de la base conductiva (entre 15 y 53 ohm.metro) indican que puede contener acuíferos. El relleno cuaternario de este valle, en la parte sur, ha sido retrabajado por el río Huaco. So bre la base de esta información pueden inferirse un espesor saturado medio no inferior a 120 m y un coeficiente de almacenamiento de 0,15. El agua subterránea de esta cuenca posee alta mineralización y tenor de boro: su recarga proviene mayormente del río Huaco, si bien existen otros aportes, que proporcionan agua de menor salinidad y tenor de boro que la aportada por dicho río.
7. Cuenca de Tucunuco-Matías Sánchez Esta cuenca de agua subterránea, de unos 550 km2 de extensión, se encuentra en la parte norte del valle de Matagusanos. Ubicada entre la Precordillera Oriental, al este y la Precordillera Central, al oeste. Al norte, está separada de la cuenca de Niquivil por una zona de corrimiento en parte cubierta por sedimentos cuaternarios, y al sur se encuentra una separación poco definida, a la latitud aproximada del Alto de Mogna, que separa esta cuenca de la de Matagusanos. Allí existe una divisoria del drenaje superficial. El relleno cuaternario superficial consiste, en su mayor parte, de gravas, gravillas y arenas del pie de monte oriental de la sierra de Talacasto y otros cordones de la Precordillera Central. En la parte noreste de la cuenca, se encuentran depósitos fluviales del río Jáchal, y de limos salinos de barreales. También encontramos limos salinos en la parte sureste de la cuenca, porque la misma está ubicada en la depresión cerrada del valle de Matagusanos. El relleno cuaternario, según datos geoeléctricos, alcanza espeso res entre algunas decenas de metros hasta algo más de 200 metros en la parte axial de la cuenca. Por debajo, las resistividades algo mayores que las de la base conductiva terciaria indican la muy probable presencia de los conglomerados plio-pleistocenos. Al ser estos últimos permeables, pueden contener acuíferos. Una estimación conservadora del espesor saturado es de unos 500 m. El coeficiente de almacenamiento debe ser no menor a 0,1 teniendo en cuenta el tipo de sedimentos. La recarga de esta cuenca parece provenir principalmene del río Jáchal, por lo menos en su sector nororiental. En el resto de la cuenca, los aportes hídricos provienen de los cursos temporarios que descienden de los cordones de la Precordillera Central. Los pocos datos existentes indican que la salinidad del agua puede ser, en general, menor que en la cuenca de Huaco.
8. Cuenca de Ullum-Zonda-Matagusanos Se extiende por la parte sur del valle de Matagusanos, y abarca unos 650 km2. En su parte norte, está limitada por el este y el oeste por afloramientos de sedimentitas terciarias de las Precordilleras Oriental y Occidental, respectivamente. Al sur del río San Juan, por rocas paleozoicas, calcáreas en la sierra Chica de Zonda y clásticas en la sierra Alta de Zonda. En superficie se encuentran depósitos cuaternarios, siendo más extensos los que provienen de la Precordillera Central. La cuenca se torna angosta al sur del río San Juan, donde su ancho no pasa de tres o cuatro kilómetros. Los depósitos pedemontanos consisten principalmente en gravas de variada granométria, con algunas arenas, y en la parte oriental, limos salinos acumulados en una depresión cerrada situada al norte de la cuenca. Donde el río San Juan cruza el valle, ha formado un abanico aluvial cuyos depósitos, en la superficie, abarcan unos 130 km2. Estos sedimentos son gravas y arenas, con algunos limos en la parte distal, en parte acumulados en zonas de descarga de agua subterránea. Se trata, por lo tanto, de limos arcillosos o finamente arenosos acumulados en lagunas o pantanos temporarios, que se secaban estacionalmente. Al sur de este abanico aluvial, nuevamente predominan depósitos pedemontanos, predominantemente de texturas gruesas, en parte constituídos por detritos de faldeo, retrabajados por el río de la Ciénaga, de carácter temporario. Por lo expresado, predominan en el relleno cuaternario de la cuenca sedimentos permeables, a los que deben agregarse los conglomerados pliopleistocenos que afloran en las zonas de borde y que, por lo tanto, muy probablemente tengan buen desarrollo en el subsuelo. El espesor de los depósitos cuaternarios varía de unos 300 metros en el valle de Matagusanos, a más de 1000 metros en la zona del abanico del río San Juan, según resulta de la interpretación de datos geoeléctricos. La existencia de intercalaciones finas dentro de los sedimentos indica que, en partes de esta cuenca deben haber acuíferos confinados. En el valle de Ullum-Zonda, el acuífero, hasta donde ha sido investigado por perforaciones, es libre, salvo en la parte noreste, donde, además de los limos superficiales, se registran intercalaciones limoarcillosas. Aquí, por lo tanto, se favorecen condiciones de confinamiento o semiconfinamiento. El espesor saturado medio es, por lo mendos, de unos 300 m. En el resto de la zona cubierta por el abanico aluvial la permeabilidad es elevada y los caudales y rendimientos obtenidos en las perforaciones son altos. Por lo tanto, el coeficiente de almacenamiento estimado es no menos de 0,2. La mayor parte de la recarga de la cuenca proviene del río San Juan, si bien existe un apreciable ingreso desde los cordones precordilleranos de los valles de Matagusanos y del río de la Ciénaga.
9. Cuenca de Bachongo Se trata de una depresión de origen tectónico que comprende unos 100 km2, situada entre cordones montañosos de la Precordillera Central. El basamento consiste aquí en rocas impermeables paleozoicas. El relleno cuaternario, integrado mayormente por gravas y arenas, está formado por depósitos del pie de monte de las sierras del Tontal, que limitan a esta cuenca por el oeste. El coeficiente de almacenamiento debe ser mayor que 0,1. Por lo tanto existen buenas condiciones de permeabilidad, si bien no existen datos de subsuelo que permitan estimar el espesor de estos sedimentos. El agua aportada a esta pequeña cuenca, proveniente principalmene de la sierra del Tontal, es poco mineralizada y de buena calidad. So bre la base de los rasgos morfoestructurales de la cuenca, el espesor cuaternario saturado no debe ser inferior a 100 m en promedio.
10. Cuenca de Pedernal Situada al sureste de la anterior, abarca unos 60 km2. Se encuentra entre las Precordilleras Central y Oriental. Está limitada por rocas paleozoicas y, en parte, por sedimentitas terciarias que forman el basamento conductivo. El relleno cuaternario consiste en depósitos pedemontanos, principalmente gravas y arenas permeables, en parte retrabajados por el río del Agua, corriente permanente que atraviesa esta cuenca. El espesor saturado de este relleno, por resultados geoeléctricos, se estima en unos 250 m y el coeficiente de almacenamiento es no menos de 0,1. El agua aportada por el río de este nombre tiene baja conductividad, y, por lo tanto, es apta para uso agrícola. Por debajo de los depósitos cuaternarios cabe esperar la presencia, en el subsuelo, de los conglomerados pliopleistocenos permeables, potencialmente de interés como acuíferos.
11. Cuenca de Los Berros Situada al este de la anterior, esta pequeña cuenca, de unos 50 km2 de extensión, se ha desarrollado sobre el pie de monte oriental de la parte sur de la sierra Chica de Zonda y la parte norte de la sierra de Pedernal. Por el este está limitada por una zona de falla que, con bloque elevado al este, une los cerros Valdivia y Salinas. Dicha falla eleva la base conductiva terciaria a pocos metros bajo la superficie. El relleno sedimentario de esta cuenca está constituido por gravas y arenas del pie de monte oriental de las sierras Chica de Zonda y Pedernal. El espesor saturado, según datos geoeléctricos, llega a unos 100 metros. La recarga proviene del río del Agua, cuya baja mineralización se mencionó anteriormente. Además, existen aportes provenientes de las precipitaciones caídas sobre la Precordillera Oriental. Por las características del relleno sedimentario, el coeficiente de almacenameinto debe ser 0,1 o algo mayor
12. Cuenca del Acequión Abarca unos 300 km2 y se extiende entre la sierra de Pedernal, al noroeste, la sierra de las Peñas, al suroeste (esta última perteneciente a la Precordillera Central) y, hacia el este, la zona de fallas, ya mencionada, que une los cerros Valdivia y Salinas. Depósitos paleozoicos y terciarios forman el basamento hidrogeológico de esta cuenca. El relleno cuaternario está formado por depósitos del pie de monte precordillerano, mayormente constituidos por gravas y arenas. En la parte norte de la cuenca, con información geoeléctrica, en parte apoyada por perforaciones, se obtuvo un espesor de unos 200 metros del relleno cuaternario, si bien hacia el sur se han obtenido valores hasta de 650 metros. Son materiales permeables con acuíferos libres. El espesor saturado es, por lo menos, de unos 200 m y el coeficiente de almacenamiento no debe ser inferior a 0,1. La recarga de la cuenca proviene en su mayor parte de los ríos Acequión y de Los Pozos, que tienen carácter temporario, además de la aportada por los cordones montañosos que por el oeste limitan a esta cuenca.
13. Cuenca de Gualilán Se encuentra desarrollada en dos depresiones tectónicas dentro de la Precordillera Central, ambas en continuidad hidráulica. La mayor, también conocida como Pampa de Gualilán, tiene unos 250 km2, mientras que la segunda depresión, situada hacia el oeste, comprende unos 40 km2. En la mayor parte del perímetro de ambas depresiones se encuentran rocas sedimentarias paleozoicas, en su mayor parte calizas. Al noreste afloran sedimentitas terciarias conductivas. Al suroeste de la Pampa de Gualilán, un angosto valle intermontano comunica parcialmente esta depresión con el valle del río San Juan, pero sin que se haya determinado una comunicación hidráulica entre ambos. La mayor parte del relleno sedimentario cuaternario consiste en gravas y arenas de bajadas pedemontanas. En el centro de la Pampa de Gualilán, por tratarse de una depresión cerrada, se han acumulado materia les limoarcillosos, en parte salinos. Al noreste existen algunas arenas de médanos. No se conoce el espesor total del relleno cuaternario, por no haberse realizado trabajos geofísicos ni perforaciones lo suficientemente profundas como para alcanzar la base de estos depósitos. Se han efectuado ocho pozos de hasta 150 metros de profundidad, en la parte suroccidental de la cuenca, que muestran alternancias de intervalos permeables e impermeables, pero dichos pozos se encuentran en la zona cubierta por depósitos limoarcillosos. Por lo tanto, en ésta se encuentran acuíferos confinados. El agua es de baja conductividad, y por ello apta para uso agrícola y humano. No se sebreestimará el volumen del recurso hídrico existente de esta cuenca si se considera un espesor saturado no menor de 100 m y un coeficiente de almacenamiento de 0,1.
14. Valle de Calingasta En este valle se encuentra una cuenca de unos 800 km2 de extensión, desarrollada sobre el pie de monte de la Cordillera Frontal en la parte occidental de la cuenca; sobre el valle fluvial del río de Los Patos en la parte central y sobre la depresión del barreal de Leoncito en la suroriental. Por datos geoeléctricos y de afloramientos, se sabe que en gran par te del pie de monte cordillerano el espesor de los depósitos cuaternarios no pasa de algunas decenas de metros y que la base resistiva se encuentra por encima del nivel de agua subterránea. De allí que este sector quede fuera de la cuenca. Los datos de resistividades permiten inferir que, en el subsuelo, los depósitos cuaternarios tienen litologías y granometrías similares a las observadas en superficie: predominio de gravas de variado tamaño y de arenas. Solamente se encuentran sedimentos finos en el barreal de Leoncito, que forma parte de una depresión rellena de material cuaternario en continuidad hidráulica con el resto de la cuenca de agua subterránea. El espesor total del relleno cuaternario, en las zonas investigadas con geoeléctrica, varía entre 50 y 270 metros dentro del valle de Calingasta, mientras que en la depresión de Leoncito llega a un máximo conocido de 580 metros. por lo tanto se puede estimar un espesor saturado medio de 100 m. La composición granométrica de los depósitos cuaternarios indica que poseen buenas permeabilidades y, por ende, condiciones de acuífero libre, salvo en la zona del barreal de Leoncito, donde pueden registrarse condiciones de confinamiento. Con esta información se estima un coeficiente de almacenamiento de 0,1. La recarga de la cuenca proviene, principalmente, del aporte del río de Los Patos, y, en menor proporción, de los ríos que bajan de la Cordillera Frontal, como el Castaño, el Calingasta y el de Ansilta. Hacia el norte, es probable que la cuenca se prolongue en el subálveo del río Castaño, donde, en una sección, se han encontrado 46 metros de relleno cuaternario. Al noreste de este río es probable que exista una cuenca o subcuenca de agua subterránea limitada al norte por los afloramientos terciarios del Alto de La Crucecita. La extensión sería de unos 300 km2. La zona, indicada en el mapa, está cubierta por depósitos cuaternarios y también afloran sedimentitas conglomerádicas probablemente pliocenas o pleistocenas antiguas, que pueden contener intervalos permeables. Si el espesor de materiales permeables es suficiente, en esta zona podría almacenarse agua.
15. Cuenca del río Castaño Comprende una parte del valle de dicho río cubierta por depósitos cuaternarios, cuyo espesor, según información geoeléctrica, es no menor a los 46 m, si bien en zonas no investigadas con geofísica puede ser bastante mayor. El relleno cuaternario ha sido acumulado por el río Castaño, pero en parte está interdigitado con depósitos pedemontanos de la bajada de la Cordillera Frontal . Sobre esta base, se ha estimado un espesor medio saturado de 50 m con un coeficiente de almacenamiento de 0,1; este último, si se tiene en cuenta el ambiente de depósito del relleno cuaternario, puede ser mayor. La existencia de esta cuenca, consideranmdo su posible extensión en la zona pedemontana de la Cordillera Frontal, puede estimarse en unos 50 km2.
16. Cuenca de Puchuzún Situada al norte de la anterior, su extensión es no menor a los 280 km2 cubiertos por depósitos cuaternarios. Está limitada al norte por los afloramientos terciarios del Alto de La Crucecita, que la separan del valle de Iglesia, mientras que al oeste comprende una parte del valle del río Castaño. La mayor parte de su extensión está cubierta por depósitos pedemontanos. En la parte sur, afloran sedimentos y sedimentitas conglomerádicos probablemente pliocenos o pleistocenos antiguos, que pueden contener intervalos muy permeables, si bien en parte están cementados. La mayor parte de la recarga de esta cuenca debe provenir del río Castaño; el resto, de los ríos temporarios que se encuentran en las partes norte y central. No se dispone de datos del subsuelo que permitan estimar el espesor de los probables acuíferos. Por las características morfoestructurales de la cuenca, y teniendo en cuenta la presencia de las sedimentitas conglomerádicas por debajo del relleno cuaternario, es muy poco probable que le espesor saturado medio de esta cuenca sea inferior a los 50m, con un coeficiente de almacenamiento de 0,1, común para los depósitos pedemontanos de la región.
17. Valle de Iglesia A diferencia de otras cuencas de agua subterránea del territorio sanjuanino, en el valle de Iglesia está comprobada la existencia de una cuenca terciaria además de la cuaternaria. Ambas cuencas en parte se superponen y en total, cubren un área estimada en 1300 km2, si bien en parte de su extensión faltan datos de subsuelo que confirmen este valor. La cuenca terciaria tiene como basamento sedimentitas paleozoicas y, tal vez localmente, rocas volcánicas y piroclásticas permo-triásicas. La extensión de la cuenca terciaria, que en parte yace debajo de la cuaternaria, es no menor a los 1.300 km2. El espesor total de los depósitos terciarios llega a unos 2.000 m, de acuerdo con investigaciones sísmicas. Pero como en partes se encuentran cementados, se desconoce qué porcentaje de ese espesor es permeable. Por lo tanto, para no sobreestimar el volumen de agua almacenado es estos terrenos, se ha supuesto un espesor saturado no mayor a los 100 m. Por tratarse de agua confinada, se ha estimado un coeficiente de almacenamiento de 0,001, común para este tipo de sedimentos permeables. Esta cuenca terciaria se encuentra en sedimentos y sedimentitas de variada granometría, con un importante contenido de materiales piroclásticos. Predominan los depósitos finos, generalmente arenosos, que alternan con materiales limoarcillosos, especialmente en la parte superior, donde estos se tornan predominantes. Los intervalos permeables terciarios, en el subsuelo, constituyen acuíferos pobres, pero de baja salinidad. La cuenca cuaternaria se encuentra al oeste de la terciaria: abarca unos 190 km2, estimados sobre la base de datos geofísicos. El relleno sedimentario está constituido por gravas, gravillas y, en menor proporción, arenas, del pie de monte de la Cordillera Frontal. El espesor de estos materiales varía entre algunas decenas de metros y 220 metros, de los cuales la mayor parte se encuentra por encima del nivel de agua subterránea. Debido a la elevada permeabilidad de estos sedimentos, en ellos se encuentran condiciones de acuífero libre. Se estima un espesor medio saturado de unos 50 m y un coeficiente de almacenamiento de 0,1. Además de los depósitos pedemontanos, se encuentran depósitos fluviales de los subálveos del río Blanco, y de los arroyos de Iglesia y Agua Negra. Dichos cursos de agua proporcionan la casi totalidad del aporte hídrico a la cuenca. Pero un aporte muy importante proviene de la precipitación pluvial. En la parte oriental de la cuenca, se encuentra sedimentos cuaternarios finos, de la zona pedemontana distal. Cabe destacar aquí que algunos de estos depósitos muestran materia carbonosa y otras indicaciones de haber sido depositados en cuerpos de agua permanentes. Serían por lo tanto, los únicos depósitos cuaternarios que pueden calificarse como lacustres, si bien es muy probable que fueron depositados en lagos o lagunas de poca profundidad. En esta zona existen perforaciones, pero el recurso que explotan pro viene de una zona de circulación de agua hacia el río Blanco, que sirve de límite oriental de la cuenca terciaria.
C- PROBABLES CUENCAS DE AGUA SUBTERRÁNEA EN DEPRESIONES DE LA CORDILLERA FRONTAL En la zona noroccidental de la provincia, existen áreas de varios centenares de km2 de extensión cubiertas por depósitos cuaternarios. Se encuentran en extensas depresiones intermontanas atravesadas por corrientes, en su mayor parte permanentes, que desaguan en el río Blanco. Los depósitos cuaternarios que allí se encuentran son fluviales, fluvioglaciales y glaciales, es decir, en los que pueden esperarse buenas condiciones de permeabilidad. Como se desconoce su espesor, no es posible afirmar con seguridad que en el subsuelo de estas depresiones se almacene agua subterránea, en volumenes mayores a los estimados en el presente trabajo. Si bien actualmente no reviste interés práctico investigar estas posibles cuencas, esto podría cambiar si en la zona se hicieran descubrimientos mineros de importancia. Las cuencas identificables en la Cordillera Frontal sanjuanina son:
Cuenca del Valle del Cura Desarrollada íntegramente en territorio sanjuanino, esta cuenca coincide aproximadamente con el río del Valle del Cura y abarca una extensión de 100 km2. Los depósitos cuaternarios que las rellenan no han sido investigados en el subsuelo: en superficie son fluvioglaciales y fluviales. Por lo tanto son muy permeables. Al desconocerse el espesor de estos terrenos, se ha hecho una estimación conservadora, basada en el hecho que la cuenca está limitada por cordones montañosos que han experimentado glaciación durante el Pleistoceno y parte del Holoceno. Por ello es de esperar un importante volumen de depósitos cuaternarios en el valle del Cura. Tambiés se ha estimado conservadoramente el factor de almacenamiento de agua subterránea; casi seguramente debe ser mayor de 0,1, atento al ambiente de depósito del relleno cuaternario. El espesor saturado se estima en 50 m, por las razones indicadas más arriba. Con estos datos, pueden haberse acumulado en la cuenca 500 hm3 de agua, de las cuales no menos de un 10% podría ser explotado si en la zona se desarrollan actividades mineras.
Cuenca del río Blanco Su extensión, teniendo en cuenta el área cubierta por sedimentos cuaternarios, se estima en 450 km2, estando totalmente desarrollada en territorio sanjuanino, si bien el río que le da nombre la conecta con la cuenca del río Blanco Norte, ubicada en la provincia de La Rioja. Los depósitos cuaternarios que la rellenan son fluvioglaciales y fluviales. Estos últimos provienen del retrabajamiento de los primeros por el río Blanco y sus afluentes. No se tienen datos del subsuelo de esta cuenca. Teniendo en cuenta que está rodeada de cordones montañosos elevados e intensamente erosionados, puede suponerse un volumen significativo del relleno cuaternario que, por otra parte, debe ser muy permeable, si se tiene en cuenta su ambiente depositacional. Por lo tanto, los valores de espesor saturado y coeficiente de almacenamiento dados en la tabla adjunta son conservadores, para evitar una sobreestimación del recurso que puede contener esta cuenca.
Cuenca del Macizo del Potro Su extensión puede estimarse en 500 km2, de los cuales 200 se encuentran dentro de la provincia de San Juan. Su relleno cuaternario consiste en depósitos fluviales, de la llanura de inundación del río Blanco, y fluvioglaciales. Por ello son muy permeables. Teniendo en cuenta sus características morfoestructurales, muy similares a las de la cuenca del río Blanco, puede estimarse un espesor saturado de sedimentos cuaternarios no menor a 50 m, con un coeficiente de almacenamiento algo mayor que en la cuenca precedente, 0,15, por la mayor proporción de material fluvial en superficie, que habría acarreado parte de los detritos glaciales finos fuera de la cuenca. De cualquier manera, se considera que ambos valores son conservadores.
ESTIMACIÓN DE LAS RESERVAS TOTALES Y LAS ECONOMICAMENTE EXPLOTABLES
(*) Se ha tomado como superficie con agua utilizable, 1.000 km2 (**) Se ha tomado como superficie con agua utilizable, 500 km2 (***)El acuífero terciario en esta cuenca es confinado.
CONCLUSIONES La superficie total de la provincia de San Juan es de 89.650 km2 y las cuencas de agua subterránea ocupan el 29,04 % de su territorio, vale decir 26.030 km2. El resto está ocupado por cordilleras, salinas, bañados y tierras malas. Las áreas cultivadas se desarrollan en los valles intermontanos o en las zonas de llanura, formando oasis cultivados, en coincidencia con las cuencas de agua subterránea. La superficie cultivada es de 77.034 ha, que corresponde al 0,86 % de la superficie total de la provincia. Según el Censo de 1.994 la provincia de San Juan tiene una población de 529.920 habitantes, que se encuentra asentada principalmente en el área cultivada, en una relación del 98,5 %, respecto al área de secano. Esta distribución responde principalmente a la disponibilidad de agua, tanto superficial como subterránea. El volumen total de agua subterránea almacenado en el subsuelo es de aproximadamente 406.730 hm3 y pone de manifiesto la importancia que tiene este recurso como reserva de agua dulce. El valor indicado de 21.925 hm3 corresponde al recurso económicamente explotable, entendiéndose como tal el que puede extraerse a través de sencillas obras de explotación. La importancia del recurso hídrico subterráneo queda en evidencia al considerar el clima de la provincia, que es árido, y al tener en cuenta que solo existen dos ríos que conducen caudales significativos como para sustentar las crecientes demandas de agua potable, uso industrial y agricultura. El pricipal de ellos es el río San Juan, que tiene un derrame anual de 1.875 hm3.
RECOMENDACIONES Debido a la importancia que tiene el recurso hídrico subterráneo, como fuente capaz de proveer agua en los periodos de déficit, es aconsejable extremar las medidas de control de las obras que permiten su explotación. Principalmente se deben completar los relevamientos de este recurso, a través de exploraciones geofísicas y ensayos de producción de pozos, para conocer aun más los parámetros de los acuíferos existentes y obtener de esta forma un cálculo más ajustado de los volúmenes de agua subterránea almacenados en el subsuelo. Se debe programar, por cuenca, la explotación del recurso hídrico subterráneo, en conjunto con los recursos hídricos superficiales, para lograr su complementación. Así mismo se deben definir las zonas óptimas para la construcción de los pozos productores, atendiendo a la litología de los materiales del subsuelo y a los parámetros hidráulicos definidos en las etapas de exploración y explotación. Los estudios hidrogeológicos permitirán avanzar en el conocimiento de las áreas ocupadas por acuíferos libres y por acuíferos confinados, definiendo las direcciones de flujo de las aguas subterráneas. Estos conocimientos y los relativos a la ubicación de industrias, áreas urbanas y zonas cultivadas, permitirán conocer la vulnerabilidad de los recursos hídricos subterráneos y por lo tanto diseñar planes para su preservación.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
Para la preparación del mapa hidrogeológico se ha consultado la siguiente bibliografía, en su mayor parte producida por el Centro Regional de Agua Subterránea. Aparicio, E.P. 1984. Geología de San Juan. 167 páginas, Publicado por la Universidad Nacional de San Juan. San Juan. Eder, J.C., C. Wetten, W. Williams y otros. 1975. Investigación del agua subterránea en el valle de Iglesia, provincia de San Juan. C.R.A.S. Publicación P-76. San Juan. Eder, J.C., C. Wetten y J.A. Rodríguez. 1975. Areas de prospección de agua subterránea en la provincia de San Juan. C.R.A.S. Publicación P-79. San Juan. Ortiz, A. 1974. VII Jornadas Argentinas sobre Aguas Termales. El caso Pismanta. Provincia de San Juan. C.R.A.S. Publicación P-183. San Juan. Pellegrino, J., y O. Damiani. 1981. Evaluación preliminar de la cuenca de agua subterránea en el valle de Calingasta, provincia de San Juan. C.R.A.S. Documento D-29. San Juan. Rocca, J.A. 1969. Geología de los Valles de Tulum y Ullum-Zonda. Provincia de San Juan. C.R.A.S. Publicación P-147. San Juan. ROCCA, J.A. 1969. Geología de Valle Fértil. Provincia de San Juan. C.R.A.S. Publicación P 09. San Juan. Rocca, J.A. 1969. Geología del Valle del Bermejo. Provincia de San Juan. C.R.a.S. Publicación P-024. San Juan. Rocca, J.A., O. Demartini, J.A. Victoria y otros. 1972. Investigación del agua subterránea en los valles de Jáchal, Niquivil y Huaco. Provincia de San Juan. C.R.A.S. Publicación P-036. San Juan. Rodríguez, J.A. 1985. Aspectos hidrogeológicos de la hoja 20 b. Departamento Calingasta, Provincia de San Juan. C.R.A.S. Publicación P-275. San Juan. Rodríguez, J.A. 1983. Aspectos hidrogeológicos de la hoja 21 d. Villa Colón. Provincia de San Juan. C.R.A.S. Publicación P-260. Rodríguez, J.A. y J.C. Eder. 1984. Avance en el conocimiento hidrogeológico del valle de Calingasta. Provincia de San Juan. C.R.A.S. Documento D-92. San Juan. Rodríguez, J.A., C. Wetten, V.H. Sánchez, C. Torres, J.A. Nally, R.N. Gianni, J.C. Di Chiacchio y O.A. Damiani. 1990. Síntesis del conocimiento de los recursos hídricos de San Juan. Adhesión XI Congreso Geológico Argentino. C.R.A.S. Informe Técnico IT-135. San Juan. Wetten, C. 1983. Aspectos hidrogeológicos de la hoja 21 c San Juan. C.R.a.S. Publicación P-259. San Juan. Wetten, C., J.A. Rodríguez y E. García P. 1982. Aspectos hidrogeológicos de la hoja 19 c. Ciénaga de Gualilán. Provincia de San Juan. C.R.A.S. Publicación P-264. San Juan. Zambrano, J.J. 1976. Reseña geológico-estructural de la provincia de San Juan. C.R.A.S. Publicación P-101. San Juan. Zambrano, J.J. 1986. Actualización de la geología de subsuelo del valle de Tulum. Provincia de San Juan. C.R.A.S. Publicación P-274. San Juan. 1 Universidad Nacional de San Juan, San Juan, Argentina 2 Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, Mendoza, Argentina. |
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