CATALOGO DE RECURSOS HUMANOS E INFORMACION RELACIONADA CON LA TEMATICA AMBIENTAL EN LA REGION ANDINA ARGENTINA |
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- CARACTERIZACION GENERAL Y ESTUDIOS TEMATICOS POR PROVINCIA - | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
INDICE
RECURSOS Y PROBLEMAS AMBIENTALES DE LA PROVINCIA DE MENDOZA
Elena María Abraham1
LOCALIZACION Y SITUACION La provincia de Mendoza, situada al pie de la Cordillera de los Andes se extiende en el centro-oeste argentino, entre los 32° y 37°35´de latitud sur y los 66°30´y 70°35´de longitud oeste (IGM), con una superficie de 150.839 km2 (Dirección Provincial de Catastro) y una población total de 1.508.138 habitantes al año 1995, según datos de la Dirección de Estadística e Investigaciones Económicas de Mendoza. Para la realización de los estudios y mapas temáticos de la Provincia de Mendoza, se contó con el apoyo de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación, a través de un subsidio otorgado en el año 1994. Al norte, el límite interprovincial con San Juan está dado por una línea convencional que une cerros elevados y las lagunas de Guanacache. El límite definitivo con esta provincia se determinó en 1966. Por el este, el río Desaguadero-Salado forma el límite con la provincia de San Luis. Al sureste líneas que siguen los paralelos y meridianos, en ángulo recto la separan de La Pampa. Al sur el límite con la provincia de Neuquén nuevamente es hidrográfico, constituido por los ríos Barrancas y Colorado. Existe un punto cuatripartito donde se unen las provincias de Mendoza, La Pampa, Río Negro y Neuquén. Al oeste el límite es internacional y totalmente orográfico, la línea divisoria de aguas de la alta cordillera separa la provincia de la vecina República de Chile. Este es el único sector del territorio nacional donde no hubo ningún problema de demarcación. Políticamente la provincia se divide en 18 departamentos, incluida la Capital, cada uno de los cuales se subdivide en distritos. Por razones de orden administrativo, el Gobierno de la provincia agrupa los Departamentos en zonas: Centro o Gran Mendoza (Capital, Godoy Cruz, Guaymallén, Las Heras, Maipú y Luján); Este (Junín, Rivadavia y San Martín); Noreste: (Lavalle, Santa Rosa y La Paz); Centro-oeste (San Carlos, Tunuyán y Tupungato); Sur (General Alvear, San Rafael y Malargüe).
Cuadro 1: Distribución de la superficie y población por departamentos Fuente: (1) Dirección Provincial de Catastro;(2) Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas
Figura 2: Mendoza: Población y superficie con respecto al país Fuente: (1) INDEC y CELADE; (2) INDEC e IGM; (3) DEIE;(4) Dirección Provincial de Catastro
MENDOZA EN LA ENCRUCIJADA DE LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN
Mendoza, junto con San Juan y San Luis, formó parte de la histórica región de Cuyo, voz indígena que significa "país de las arenas"; y hoy con la integración de La Rioja conforma la región del Nuevo Cuyo. En 1560 el Gobernador de Chile, Don García Hurtado de Mendoza y Manrique, comisionó al Capitán Pedro del Castillo para que conquistara Cuyo. Este fundó la ciudad el 2 de marzo de 1561, la denominó Mendoza en memoria de su protector y la puso bajo el patronazgo del Apóstol Santiago el Mayor. Mendoza, y especialmente su zona norte, se ha beneficiado históricamente de su situación de etapa previa al cruce de los Andes en la ruta Buenos Aires-Santiago-Valparaíso. Ya desde la colonización española se comenzó a considerar la cordillera como área de explotación ganadera y se la valorizó como espacio de circulación debido a la necesidad de comunicación entre las dos vertientes cordilleranas que funcionaron algunas veces como espacios antagónicos y otras en forma complementaria (PRIETO y ABRAHAM, 1994). El macrocircuito conecta las dos vertientes de la cordillera, la cual funcionó como vinculante de las economías de la región central de Chile y la de Mendoza hasta alcanzar la categoría de elemento articulador entre los dos oceános, situación que hoy se ve potenciada en el marco de los procesos de integración del Cono Sur. Así, la cordillera de ser frontera y límite, pasa a ser hoy el espacio privilegiado de los esfuerzos de integración del Mercosur. Posición estratégica que se evidencia en el marco del incremento de los flujos comerciales y los procesos de integración del Cono Sur en curso. El desarrollo del Corredor Bioceánico Central no es sólo una cuestión estrictamente ligada al transporte o al comercio sino que representa un elemento concreto de resignificación de la geografía provincial (MONTAÑA, 1995).
Figura 1. Zona norte de Mendoza: Circuitos económicos históricos
UN MARCO NATURAL HETEROGÉNEO SIGNADO POR LA ARIDEZ
Localizada en la zona templada, Mendoza se presenta como una provincia mediterránea y continental, de clima árido a semiárido, con un promedio de precipitaciones de alrededor de 250 mm. Expuesta a la acción de los anticiclones del Atlántico (piedemontes, depresiones y llanuras) y del Pacífico (altas montañas y región volcánica).
Figura 2: Zonas de aridez en Mendoza (índice de aridez = precipitación / evapotranspiración potencial)
Los vientos húmedos provenientes del Atlántico precipitan escasa humedad por los más de 1.000 km de distancia que deben recorrer y las masas de aire provenientes del Pacífico (distante sólo a 170 km), precipitan en la Cordillera de los Andes, ingresando a la Argentina como vientos secos y cálidos, de la familia del föehn, conocidos regionalmente como "Zonda". Fenómenos climáticos como las sequías, el granizo, las heladas y el viento Zonda, así como tormentas de nieve en las montañas son condicionantes climáticos al desarrollo productivo y a los asentamientos humanos. Bajo el enfoque morfoclimático se distinguen 3 grandes regiones naturales bien contrastadas, cada una de las cuales está definida sobre la base del relieve, las masas de aire marítimo dominantes, la estación del año en que se producen las precipitaciones y su tipo, así como el balance hídrico. 1. las montañas andinas, en el oeste; 2. las planicies, en el centro y este, conformadas por los piedemontes y llanuras; 3. las mesetas y volcanes de la Payunia o patagonia extra-andina. Las montañas andinas y la Payunia, bajo la acción del anticiclón del Pacífico, coinciden con las provincias fitogeográficas andina y patagónica respectivamente. Las planicies centrales y orientales están condicionadas climáticamente por la influencia del anticiclón del Atlántico y, desde el punto de vista fitogeográfico, corresponden a la provincia del monte (ROIG, F., 1982). La combinación de los factores climáticos y geomorfológicos han determinado ambientes diversos con distintas posibilidades biológicas y humanas. Cuando estos factores se conjugaron en forma positiva, han dado como resultado los importantes oasis mendocinos. En el resto de la provincia las combinaciones negativas han dado origen a los grandes vacíos humanos, totalmente marginales a los macroprocesos económicos, en un territorio fuertemente condicionado por la aridez. Las montañas, con alturas largamente superiores a los 2.000 m s.n.m., carecen de veranos térmicos (temperaturas medias diarias mayores de 20°C) e inclusive de estaciones intermedias, como primavera y otoño (temperaturas medias diarias entre 10° y 20 °C ). El régimen de las precipitaciones en la cordillera es de tipo mediterráneo, con concentraciones de las mismas en forma de nieve en invierno y verano seco, presentando valores de 300 mm a más de 1.000 mm anuales. Estas, unidas al constante aporte de los glaciares, dan origen a los ríos cuyas aguas son la principal fuente de abastecimiento de agua para uso humano, agrícola e industrial en los oasis. Las planicies, que incluyen los piedemontes y las llanuras, presentan estaciones térmicas que comprenden aproximadamente cuatro meses el verano, dos el otoño y tres meses la primavera e invierno respectivamente. Las llanuras son más homogéneas en relación con las condiciones atmosféricas. Con precipitaciones medias inferiores a los 250 mm, encontramos en ellas los polos de aridez del territorio, como por ejemplo la localidad de El Retamo, en el noreste, con un promedio anual de precipitaciones de 80 mm. De acuerdo con los ritmos climáticos, la actividad biológica y elementos como el granizo o las heladas, aquí el año se puede dividir en dos períodos: 1) de máxima actividad, entre comienzos de setiembre y finales de abril; y 2) de receso, desde el inicio de mayo hasta fines de agosto. Las mesetas y volcanes de la Payunia o Patagonia mendocina, con marcadas diferenciaciones climáticas entre el este y el oeste, presentan promedios de precipitaciones que oscilan entre 200 y 400 mm. Los suelos son en general arenosos y muy permeables, las lluvias se reparten regularmente durante todo el año. Sólo el Valle del río Grande presenta tierras aptas para el cultivo. Una descripción pormenorizada de estas regiones, se presenta en el capítulo Geomorfología.
UN TERRITORIO PRODUCTO DE SIGLOS DE TRANSFORMACION: OASIS Y SECANO
La combinación de rasgos geomorfológicos, climáticos, edáficos y bióticos diferencia unidades homogéneas con diferentes posibilidades desde el punto de vista de los asentamientos humanos y las actividades productivas. Los ambientes que hoy constituyen nuestra provincia son el producto de un proceso de construcción histórica en el que se han combinado las actividades, los valores y las expectativas de distintos grupos sociales en diversos momentos. Cada etapa ha representado una particular valoración, apropiación y uso de los recursos por parte de los actores sociales. En la actualidad las actividades productivas se estructuran en torno al modelo agroindustrial inserto en una economía de mercado. Este fenómeno se manifiesta especialmente en el gran desarrollo de los oasis irrigados en detrimento de los espacios que carecen de agua de riego, que a su vez se cristaliza en la contradicción "cultura vitivinícola"-"cultura del desierto". Esta contraposición se expresa incluso en formaciones sociales distintas que marcan las dos realidades económicas de Mendoza: una economía de mercado y otra de subsistencia. La contradicción también se observa desde el punto de vista ambiental, pues el oasis funciona como un ecosistema cultural hegemónico y el resto del territorio como ecosistemas culturales subordinados (PRIETO y ABRAHAM, 1994, p.224). El aprovechamiento del agua de los ríos Mendoza y Tunuyán en el norte, Diamante y Atuel en el centro y, en menor proporción, el Malargüe en el sur, ha permitido conformar estos oasis que representan, segun diversas fuentes, entre el 2,5 y el 4% de la superficie total provincial. A pesar de su limitada extensión territorial (aproximadamente 3.600 km2), los oasis constituyen el soporte de casi el 95% de la población, con densidades máximas en las zonas urbanas de alrededor de 300 habitantes por km2. En los oasis la actividad humana se afirma en el riego sistematizado, aprovechando los ríos provenientes de las nieves cordilleranas complementándose con el aprovechamiento del agua subterránea. La industrialización concierne sobre todo a los productos que proporcionan los cultivos de vid, frutas y hortalizas. Otros caracteres sobresalientes son la neta concentración de la población, de la infraestructura vial, de la economía más dinámica y de las jerarquías urbanas de mayor nivel (GUDIÑO de MUÑÓZ, 1995). Sobre un territorio de alta fragilidad, la competencia por el uso del agua surge como uno de los principales conflictos ambientales en la interacción oasis-secano: las áreas deprimidas del desierto ya no reciben aportes hídricos superficiales, pues los caudales de los ríos se utilizan íntegramente para el riego de la zona cultivada y el consumo de los asentamientos urbanos. Esa misma competencia se verifica en el uso del suelo en los oasis, debido al crecimiento urbano sobre suelos de alto potencial agrícola, sobre todo vitivinícola. Existen zonas con denominación en origen para vinos que están siendo parceladas y destinadas por completo a nuevas urbanizaciones. Por otra parte, la economía de subsistencia propia de los ecosistemas culturales subordinados, tanto de la planicie como de la montaña, está basada especialmente en una actividad ganadera que tiene muy baja incidencia en la economía global de la provincia. El ganado mayor se concentra en las llanuras orientales, especialmente en el centro-este y sur y en algunos valles cordilleranos privilegiados. En el secano predomina la actividad ganadera. La ganadería extensiva es al menos hasta ahora la utilización de la tierra que otorga su sello a las llanuras desérticas del este. Está acompañada de gran escasez de población, de ineficiencias de la red vial y de la dependencia en materia de equipamiento, con respecto a centros urbanos muy alejados. La ganadería bovina está orientada principalmente a la cría. En la actualidad es una actividad poco importante; pero según estudios realizados, la provincia podría aumentar su importancia como productora de carnes rojas, ya que el soporte geomorfológico y edáfico general, así como la oferta forrajera permiten estimar la extensión apta para la explotación ganadera en unos 80.000 km2 (GUEVARA et. Al., 1979). Los principales obstáculos para el desarrollo de esta actividad son el inadecuado régimen de tenencia de la tierra, la escasa infraestructura económica y social y tecnologías no apropiadas y no desarrolladas. Otras actividades significativas en el secano son la minería (metalíferos, no metalíferos, rocas de aplicación y petróleo) con diferentes efectos ambientales según los casos. A esto debe agregarse manifestaciones muy puntuales de un turismo aún no bien estructurado aunque con efectos ya perceptibles en el área montañosa (Cordillera y Precordillera) y en algunas áreas protegidas. Actualmente, la globalización de la economía y los procesos de integración asociados, así como el cambio de signo de los modelos económicos imponen a la sociedad y a la economía mendocinas y a sus espacios, nuevas reglas del juego para su evolución. Las perspectivas del desarrollo provincial se centran hoy en la consolidación del ingreso a los mercados internacionales, prácticamente nuevos para Mendoza. Las mismas condiciones son válidas para el resto de las economías del Cono Sur que deben sacar su propia producción a estos mercados internacionales de manera competitiva. En este modelo, Mendoza tiene una oportunidad histórica para dinamizar su desarrollo de una manera sustentable. Su situación estratégica en el Corredor Bioceánico Central la ponen en el paso de importantes flujos comerciales a la vez que le otorgan condiciones favorables para acceder a mercados no tradicionales. Desde el punto de vista ambiental esto requiere de un esfuerzo de planificación estratégica que considere el desarrollo económico asociado al desarrollo social y a la conservación del ambiente, especialmente importante en un territorio con tan altas condicionantes naturales. Aparece además la oportunidad de articular un sistema común entre Mendoza y la V Región de Chile para el manejo conjunto de los ecosistemas compartidos (MONTAÑA, 1995). Se trata entonces de aprovechar el dinamismo de este nuevo modelo para mitigar los desequilibrios territoriales de la provincia, propiciando acciones tendientes a lograr una sociedad y un espacio más equitativos y equilibrados, evitando los efectos negativos propios de todo proceso de concentración.
LOS PROBLEMAS AMBIENTALES MÁS RELEVANTES
Si bien Mendoza posee una importante oferta ambiental, una atenta mirada a los diferentes problemas que amenazan o afectan en mayor o menor medida sus recursos, es indispensable para la conservación de los distintos ecosistemas y para la planificación del desarrollo con los más altos niveles de sustentabilidad. En la base de casi todos estos problemas ambientales, se encuentran los desequilibrios territoriales de Mendoza, manifestados en una concentración económica y demográfica. Esta concentración es típica de los asentamientos de las zonas áridas y semiáridas, con recursos limitados de agua y suelo. En la medida en que el desarrollo provincial tenía una cierta escala, esta situación no era conflictiva. Sin embargo, en los últimos años, el crecimiento acelerado y, sobre todo, las expectativas que la sociedad provincial tiene en relación con el desarrollo regional, justifican una optimización y un ordenamiento de este modelo hacia un sistema más equilibrado espacialmente y socialmente más equitativo que conlleve un uso más racional de los recursos. Los capítulos subsiguientes presentarán un estado de situación de los recursos naturales de la provincia. El estudio de las potencialidades y restricciones permite identificar los problemas ambientales más relevantes, entre los que pueden mencionarse: - Los diversos riesgos naturales que se mitigan o potencian de acuerdo a las modalidades de la ocupación humana y sus formas de organización. Estos son, principalmente, los riesgos sísmico, volcánico, de degradación de suelos y de desertificación. - La pérdida de la biodiversidad, si bien no es un problema específico de Mendoza, constituye una preocupación desde el punto de vista científico, productivo y ético. Un indicador de la madurez ambiental de nuestra provincia está dado por el elevado número de áreas protegidas (Once creadas por ley y tres en proyecto) organizadas en un sistema provincial. Estas reservas son espacios de protección de distintas categorías, que preservan porciones representativas de cada uno de los ecosistemas presentes en Mendoza. - Un problema ambiental relevante, que afecta sobre todo a los ecosistemas de montaña, piedemontes y llanuras, son los incendios, generalmente provocados. Estos comprometen grandes superficies que tardan mucho tiempo en recuperarse y, cuando lo hacen, ya han perdido gran parte de su biodiversidad. - En la montaña, la destrucción de vegas y mallines por sobrepastoreo, asentamientos humanos y la realización de acciones vinculadas a la actividad petrolífera constituye una importante pérdida de recursos de suelo y agua irrecuperables. Estas vegas y mallines cumplen una función muy importante en el abastecimiento y regulación de los recursos hídricos. - La contaminación atmosférica producida por las fuentes móviles (vehículos de combustión) es un problema preocupante especialmente en la zona central del Área Metropolitana de Mendoza (AMM), afectando la salud de sus habitantes, dificultando el desarrollo del arbolado urbano y produciendo, en general, un deterioro de la calidad ambiental de los espacios comprometidos. - La actividad industrial (fuentes fijas) genera también contaminación atmosférica, especialmente las industrias localizadas en la zona norte del AMM y en el parque petroquímico. Estos fenómenos se ven agravados por factores climáticos (inversión térmica, vientos dominantes del sureste) y geomorfológicos (sitio deprimido del Área Metropolitana de Mendoza). - Prácticas agrícolas desaconsejadas, como la quema de combustibles y cubiertas para mitigar los efectos de las heladas, las que se efectúan para desmalezamiento y la quema de hojas, contribuyen al aumento del material particulado en suspensión en la atmósfera. - Las actividades industriales están ejerciendo un creciente impacto ambiental también sobre el suelo y el recurso hídrico por deficiente tratamiento de efluentes líquidos y sólidos. Asimismo, los efluentes cloacales y los residuos sólidos domiciliarios son materia de preocupación. - Algunos otros efectos ambientales negativos son atribuibles a prácticas agrícolas no adecuadas. El agotamiento de los suelos ha incrementado el uso de agroquímicos y pesticidas, aumentando el riesgo de contaminación de suelos y acuíferos. En las áreas marginales de los oasis se presentan agudos procesos de salinización de suelos y revenimiento de las napas freáticas. El exceso de riego y deficiencias en el drenaje provocan también la salinización de los suelos, amenazando con afectar seriamente su capacidad productiva. - La deforestación, el sobrepastoreo y las inadecuadas prácticas de cultivo, en definitiva los agentes de desertificación más generalizados, conducen a un punto común: la alteración del ciclo hidrológico a través de la disminución de los flujos disponibles, tanto superficiales como subterráneos. - La limitación en la oferta del recurso hídrico, que no tiene posibilidades de aumentarse, unida a un crecimiento sostenido de la demanda para distintos usos, exige un permanente esfuerzo de planificación del manejo del recurso, sobre todo en lo referente al manejo conjunto de los acuíferos superficiales y subterráneos. Esto es válido no solamente para el caso de Mendoza, ya que la tendencia generalizada es valorizar los acuíferos subterráneos como reservorios en zonas áridas y semiáridas. - Deficiencias en la explotación de las aguas subterráneas, inadecuadas prácticas agrícolas y efectos vinculados a la explotación petrolífera son causas de la salinización de acuíferos. Otros efectos están dados por la extracción y procesamiento de uranio (Malargüe y sierra Pintada) y producción de otros residuos peligrosos. - La explotación de minerales metalíferos y no metalíferos no constituye actualmente un problema relevante, salvo cuando comprometen las Areas Protegidas de la provincia o el aprovisionamiento de agua en las partes altas de las cuencas. Sin embargo, las expectativas de desarrollo de la actividad en Mendoza hacen previsible la necesidad de optimizar el sistema de control y manejo ambiental en el marco de una planificación que prevenga los posibles impactos negativos. - Los grandes embalses, aguas abajo, presentan casos de degradación de canales de riego por efecto de "aguas claras" y sufren, al mismo tiempo, el entarquinamiento producido por la erosión en las cuencas de alimentación, acelerada por la degradación de la vegetación. - La presión humana sobre el ambiente ha multiplicado sus efectos negativos en los últimos tiempos debido a la situación de crisis socio-económica. La Encuesta Permanente de Hogares (INDEC, 1992) registra, para el total de hogares del Gran Mendoza, un 13,5% con necesidades básicas insatisfechas. Se puede presumir que esta cifra es aún mayor para algunas áreas del secano. - El creciente proceso de urbanización y suburbanización que se produce sobre tierras de alto potencial agrícola plantea una limitación para una economía con fuerte sesgo agroindustrial. Estos suelos no podrían ser reproducidos en otras áreas aunque se dispusiese de los recursos hídricos necesarios para regar tierras hoy pertenecientes al secano. - El desborde urbano que se produce también (especialmente en el Area Metropolitana de Mendoza) sobre el piedemonte, requiere la adopción de un modelo de urbanización adecuado a las especiales condiciones de este área, en el marco de una estrategia global de planificación urbana que minimice los costos ambientales. Las modalidades de la expansión urbana tienen marcados efectos en la maximización de los riesgos aluvionales y de desertificación. - En el secano, especialmente en zonas pedemontanas, es relevante el impacto ambiental de las actividades mineras, sobre todo las extracciones de áridos (ripieras). Ya sean explotadas por empresas o por "pirquineros", estas canteras normalmente asociadas a torrentes pedemontanos, modifican peligrosamente los escurrimientos con efectos no sólo locales sino sobre la globalidad de la aglomeración. Este problema se agrava por dificultades en el control y la fiscalización. - Los grupos sociales que habitan asentamientos espontáneos en áreas periurbanas marginales, con altos niveles de necesidades básicas insatisfechas, desarrollan estrategias de supervivencia que se sirven de los productos de problemas ambientales globales no resueltos como las ripieras, los basurales a cielo abierto, los depósitos de escombros y litigios en la tenencia de la tierra. Estos problemas forman parte de circuitos de subsistencia y, a su vez, agravan estas situaciones que están siendo encaradas desde una planificación respaldada en la articulación institucional. Mendoza ha desarrollado, especialmente en los últimos años, una estructura institucional y un marco normativo vinculado a la investigación, a la administración y a la gestión ambiental que brinda las bases para prevenir, controlar y revertir los procesos que atentan contra el mantenimiento de la calidad ambiental. El trabajo que se presenta a continuación, fruto del esfuerzo conjunto de un gran número de científicos, constituye un aporte para la consolidación de este proceso.
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